Cada noche nuestros ojos tienen la bendición de observar la majestuosidad de nuestro satélite natural: LA LUNA, cuerpo del Sistema Solar que podemos ver a simple vista, sin necesidad de instrumentos.
Desde la antigüedad las primeras civilizaciones tomaban en consideración las fases de la Luna realizar sus actividades cotidianas; la siembre, la pesca, uniones matrimoniales, rituales, entre otros. Con el paso del tiempo los ancestros de generación en generación han honrado su influencia.
La luna al girar alrededor de la Tierra, la luz del Sol le llega desde diferentes posiciones. Cuando ilumina toda la cara que vemos se llama luna llena. Cuando no la vemos es la luna nueva. Entre estas dos fases sólo se ve un trozo de la luna, un cuarto, creciente o menguante.
La luna ejerce una continua influencia física sobre nuestro planeta: un ejemplo conocido es el fenómeno de las mareas; la fuerza de atracción gravitatoria lunar la cual produce un flujo y reflujo continúo en las aguas de los océanos y mares de la Tierra.
Por la ley de analogía, ese mismo efecto ocurrido en las mareas, lo experimentamos internamente en nuestro organismo; recordemos que el cuerpo humano esta constituido en un alto porcentaje de puro liquido; de allí cobra fuerza la influencia lunar en el comportamiento humano; sus emociones, pensamientos y acciones. Hoy en día varias disciplinas manejan el ciclo lunar en sus diferente manifestaciones.